Feldenkrais® y Meditación

Habitualmente se percibe la meditación como una persona sentada con las piernas cruzadas en silencio que intenta, mediante la concentración calmar la mente como método de relajación. Y, sin embargo, la concentración no es meditación, la disciplina no es meditación y la orientación a objetivos no es meditación.

Uno de mis profesores de Feldenkrais dijo una vez: «Si estás meditando para un objetivo, entonces no es meditación». En este artículo exploraremos cómo la  Toma de Conciencia a través del Movimiento del Método Feldenkrais puede apoyar una práctica de meditación de una manera que puedas estar atento, consciente y sensible en cada momento y todos los días de tu vida, no solo cuando decides ponerte a meditar.

Entonces, ¿qué es la meditación? ¿Y por qué meditamos? El filósofo Krishnamurti define «la meditación como el proceso de vaciar la mente de lo conocido» y que «la meditación es el comienzo del autoconocimiento». Considero que estas definiciones de Khrishnamurti son aplicables al proceso de las lecciones de Toma de Conciencia del Método Feldenkrais.

Feldenkrais proporciona una gran ayuda para aprender a adaptarse a los resultados desconocidos de la vida. Para trabajar con esos resultados desconocidos, primero necesitas desarrollar un autoconocimiento profundo. Las lecciones de movimiento ofrecen la oportunidad de aprender y entender cómo usas tu atención, mientras lidias con los desafíos de la lección. Con ese refinamiento de la atención, puedes empezar a hacer distinciones sobre cómo estás haciendo el movimiento y, finalmente, poder coordinar el movimiento para incluirlo en todo tu ser.

Estas lecciones estimulan la corteza prefrontal, la parte del cerebro que es curiosa, que busca y está interesada en la novedad que modula el sistema límbico para sentirse seguro y así poder tener lugar el aprendizaje. Aprovecha un proceso biológico profundo que precede al sistema sensorial. Esta escucha profunda de las sensaciones en las lecciones hace surgir una sabiduría innata que no es conocimiento acumulado, sino una realidad somática que se experimenta de momento en momento.

Hay algunos modelos de meditación en los que se nos anima a tomar conciencia de la actividad de la mente y con gran esfuerzo tratar de controlarla y detenerla. De esta manera, se gasta mucha energía en hacer que la mente se ajuste a un ideal o patrón deseado que se percibe como «consciente», lo que refuerza el hábito y crea una división entre la relación mente-cuerpo. Esto no quiere decir que este tipo de meditación no sea útil, pero sin curiosidad, sin estar en duda, nos fijamos en los resultados. Entonces, el acto de meditación se vuelve limitado.

Cuando dejamos de esforzarnos por alcanzar un objetivo final, ya no hay un esfuerzo para lograr el «patrón deseado» de un estado meditativo. El proceso de una clase es una forma concreta de llegar a un estado meditativo, vigilante y consciente, sin tener ningún enfoque fijo para llegar allí. Las lecciones nos llevan a un estado tan integrado, que a algunas personas les tomaría muchos años de estar sentadas en meditación para llegar a este tipo particular de calidad de atención. Comenzamos con un escaneo corporal guiado mientras estamos acostados en el suelo, donde empezamos a sintonizarnos con nosotros mismos en relación con las partes de nuestro cuerpo que están haciendo contacto con el suelo. A lo largo de la lección, cuando se toman descansos (que es una parte importante de la integración), se compara la cantidad de tono muscular que comienza a relajarse.

A medida que los patrones de tensión crónica comienzan a disiparse, esto da a la persona la sensación de que algo está empezando a cambiar en su sistema nervioso. Los micromovimientos experimentados en las lecciones se hacen lentamente, ya que así es más fácil atender a los cambios que tienen lugar. Los movimientos nos ayudan a encontrar un nuevo esfuerzo voluntario distinto de nuestras formas habituales. Hacer un cambio en el patrón habitual significa reconocer lo que estás haciendo y luego hacer algo diferente. Existe la oportunidad de explorar algo sobre un marco de tiempo familiar y cómo encontrar un marco de tiempo más lento para que las lecciones se conviertan en una actividad de autoaprendizaje.

Organizar los pequeños movimientos experimentados en las clases, ofrecen el momento de estudiarnos a nosotros mismos. Exploramos cómo podemos movernos de manera diferente y notar las diferencias que se sienten. Dejar que la acción se imprima en las vías neuronales para formar nuevas conexiones o incluso modificar, o vigorizar partes del yo que pueden haber sido olvidadas. Los movimientos lentos y pequeños nos ayudan a aprender a hacer conexiones internas más complejas. Al sentir nuestros movimientos lentamente, podemos experimentar un tipo diferente de ritmo una especie de estado de conciencia meditativa. Esta conciencia es el estado cualitativo que uno invita a la meditación.

Al completar una lección, podemos experimentarnos a nosotros mismos en el campo gravitacional de una manera completamente nueva. El simple apoyo esquelético que sentimos cuando los músculos antigravedad ya no están contraídos produce el efecto deseado de la meditación; una sensación de paz, serenidad y sencillez. Es una forma de experimentar la vida de una manera meditativa. Nuestro sistema nervioso aprecia la novedad del movimiento y las nuevas experiencias que podemos encontrar en una lección. El trabajo del método se basa entonces en nuestra curiosidad, no en la búsqueda de resultados, sino que nos anima a explorar y experimentar con nosotros mismos a través del movimiento.

Siento que el Método Feldenkrais puede apoyar y enriquecer una práctica de meditación. Puede aumentar nuestra capacidad de ser sensibles, vigilantes y despiertos en el mundo de las sensaciones. En el método se pone una gran atención a cómo nos sentimos y actuamos en el momento presente. Podemos captar la esencia de la libertad real a través de la autoindagación, el autoconocimiento y la autogestión. Esto nos proporciona el marco para construir sobre nuestra evolución personal. Estar atado a los límites de tener que buscar el momento adecuado para meditar se vuelve obsoleto. Cada momento de nuestras vidas puede ser meditativo, presente y despierto. El acto de aprender algo nuevo, o algo que aún no está programado en nosotros a través del hábito, se convierte en una forma natural de experimentar la vida y el mundo, y solo sirve para mejorar nuestro sentimiento de autoconocimiento.

El Método Feldenkrais nos ayuda a acceder al autoconocimiento a través de la autoindagación en la que el acto de autodescubrimiento puede tener lugar en la experiencia de lo desconocido a través de un aprendizaje experiencial que nos forma. En ese descubrimiento encontramos una claridad en nuestro ser, cada vez que nos involucramos en la exploración de las lecciones.

El método hace surgir una conciencia de una mayor intimidad con los estados bioquímicos, emocionales, físicos y experienciales del proceso de vida. Experimentarnos a nosotros mismos de esta manera, nos ayuda a desmontar viejas actitudes que ya no necesitamos. Cuando nos involucramos en el misterio de la vida, sin la actuación, las formas fijas y los absolutos, hay un aquietamiento de la mente. En esa quietud puede surgir algo nuevo, este complejo proceso de autodescubrimiento es la meditación.

 

 

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10 Respuestas a “Feldenkrais® y Meditación

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