A lo largo de nuestra vida vamos adquiriendo hábitos de movimiento y postura, mientras algunos de estos hábitos nos serán muy útiles, otros no.
Algunos hábitos, incluso contribuyen a nuestra incomodidad y pueden hacer que incluso las actividades más simples sean desagradables, dolorosas e incluso imposibles. De hecho, muchas de las limitaciones e incomodidades que atribuimos al envejecimiento son el resultado de hábitos inconscientes que practicamos todos los días.
Debido a que el bienestar físico está directamente relacionado con la actitud mental, tomarse el tiempo para reconocer los hábitos de movimiento y volverlos saludables, mejora no sólo tu cuerpo sino también tu forma de pensar, sentir y actuar en el mundo.
Después de todo, la calidad del movimiento es la calidad de vida.
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