
Ilustración: Juan Gatti. Anatomía de las Emociones.
Siempre que nos ponemos en contacto con otra persona estamos en contacto con su ser emocional. Es inevitable. Cuando tocamos a alguien, nos adentramos en su mente y nos ponemos en contacto con las fuentes de su personalidad.
Como la vida misma es inseparable de los grandes procesos geoquímicos de la tierra, así son nuestros sentimientos más íntimos inseparables de los procesos biológicos más básicos de nuestra vida celular. Nuestros pensamientos más nobles, nuestras acciones más inspiradas, la singularidad de nuestra personalidad y nuestras percepciones todas surgen de los procesos orgánicos de la vida celular. No podemos escapar, excepto por la muerte, y la muerte es un hecho fundamental de la vida.
Hay un viejo cuento budista sobre una serpiente que se sostiene entre su cabeza y su cola y se pregunta sobre qué extremo se debería dirigir. La cola se aferra a un árbol hasta que la cabeza cede. La cola conduce entonces a la serpiente hacia un pozo de fuego.
Hay otra versión más apta para la cultura occidental. En este cuento, la cabeza se muerde la cola hasta que la cola se rinde al control. La cabeza lleva entonces a la serpiente, miserablemente herida, hacia un pozo de fuego para poner fin a sus problemas.
La conciencia de la muerte ejerce una gran influencia sobre la experiencia y la conducta humana, y por lo tanto, tanto la conciencia y el miedo a la muerte juega un papel importante en la formación y organización de nuestra imagen corporal. La muerte es una fuente primordial de la ansiedad que da vueltas continuamente bajo las finas membranas que contienen la vida.
Una de las principales luchas del desarrollo de un niño, es aprender a lidiar con el miedo aterrador a la aniquilación. Este aprendizaje, de la interdependencia entre la vida y la muerte, es parte de la tarea de la cual cada niño participa con el fin de organizar y controlar sus movimientos y para orientarse en el mundo. Cómo se hace esto, el estilo con el que el niño aprende a hacer frente a una realidad tan básica y aterradora, se determinará en gran medida por la forma en que el adulto aprenda a hacer frente a otros factores de estrés y a desarrollar una autoimagen que es relativamente completa, funcional y auténtica, o se experimente como frágil, con retraso en el crecimiento o no desarrollada.
Otra tarea fundamental del aprendizaje, es crear un orden en los sistemas perceptivos y motrices. Sobre todo, para el niño, este inmenso proceso de ordenar está vinculado con aprender a lidiar no sólo con la conciencia de la muerte, sino a menudo con el dolor, la ansiedad, el aislamiento, el vacío, la sobre-estimulación y la noción que tenía Moshé sobre la omnipotencia y la insignificancia. No sólo aprendemos a aumentar nuestra conciencia sensorial-motora o para acceder mejor al entorno. Involucramos a la vez todo nuestro soma en aprender a amar y cuidar de nosotros mismos y a los demás, para comunicar nuestros deseos y necesidades, para volvernos generosos, autónomos y espontáneos. La forma en que hemos aprendido a respirar y organizarnos, refleja nuestra capacidad para acceder al humor, a la valentía, a la determinación y a muchos otros sentimientos vitales. Continuamente damos forma a nuestra personalidad mientras damos forma a todos los procesos unificados involucrados en nuestro cuerpo, desde lo metabólico y celular hasta lo imaginativo y cerebral.
En Cuerpo y comportamiento maduro, Moshé Feldenkrais, escribía sobre la dificultad de llegar a ser un ser humano completamente maduro. Sintió, que los obstáculos en el camino hacia la madurez, eran enormes. Se centró en este tema recurrentemente, tanto en San Francisco como en la formación de Amherst, y también en sus talleres públicos. Una de sus brillantes ideas fue su comprensión de cómo la personalidad en desarrollo se vinculaba con el movimiento.
La dificultad de completar fácilmente el aprendizaje psico-físico que un niño debe explorar con el fin de madurar, es que todos sus movimientos se tienen que utilizar para desarrollar su personalidad, desde los patrones de locomoción básicos hasta las respuestas de orientación para las acciones de investigación, expresivas y de juego. «Los movimientos no son cosas que hacemos, son lo que somos.»
A través del movimiento y de las respuestas que recibe de sus movimientos, el niño talla una forma personal de formar su existencia en el mundo. No es suficiente superar patrones reflejos y aumentar el control volitivo, ni es suficiente levantarse con más eficiencia y conciencia, también debemos aprender a defender nuestra manera de ser para convertirnos en alguien. Nos movemos desde el instinto a la identidad.
Cada gran pensador y médico en el campo de la psicoterapia se ha ocupado de la cuestión de cómo y por qué las personas conservan y exhiben sentimientos infantiles y formas infantiles de comportamiento. Moshé se asomaba a este problema a través de una ventana en la que nadie daba más que un vistazo. Wilhelm Reich fue el primer Freudiano que junto a Alexander Lowen estaban fuertemente impregnados con el modelo médico psiquiátrico. Aunque se centraron en el cuerpo y el uso físico del yo psicológico, sus principios se basaban en un modelo psicológico en primer lugar, y en un sistema conceptual que trataba con las nociones de carga y descarga de energía. La Interminable fascinación de Moshe con los detalles del movimiento y sus efectos en toda la persona le permitió desarrollar una visión y aplicación extraordinariamente diferente de los modelos psicológicos contemporáneos.
Si Freud «descubrió» la importancia del inconsciente en las culturas Europeas, luego fue Reich quien descubrió la importancia de los aspectos pulsátiles del organismo. El trabajo de Reich con la conexión de la motilidad biológica al inconsciente contribuyó poderosamente a nuestra comprensión de la encarnación del espíritu humano. Pero fue Feldenkrais quien hizo uso completo del cerebro humano en su modelo de funcionamiento humano. Puso el cerebro humano dentro del organismo.
Durante la mayor parte de la última década, la imagen emergente del cerebro ha sido más parecido al de una esponja pulsante asentada dentro del cráneo exprimiendo y tomando hormonas y otras sustancias químicas a un ritmo asombroso. Y este cerebro tiene que vivir en los fluidos, porque es dentro de estos fluidos y los movimientos de estos fluidos que la inteligencia humana se cristaliza en el pensamiento. Debido a los delimitados cambios de temperatura, cantidades de líquidos y grados de presión dentro del cerebro tienen que operar para sobrevivir, se podría decir que el cerebro es el siervo del resto del cuerpo y vive a merced del metabolismo, de la química celular y de las leyes de la dinámica de fluidos. Con esta visión, ningún sistema, órgano o tejido del cuerpo es supremo. Pero esta noción del cerebro no apela a una cultura dominante que le gusta ejercer el control sobre los fenómenos biológicos.
Podría ser que el pensamiento mismo evolucionó como resultado de lazos emocionales profundamente arraigados dentro de la comunidad social. Charles Darwin sugirió que la emoción aumenta las posibilidades de supervivencia de un organismo. La evidencia reciente en antropología sugiere fuertemente que la emoción tiene una función aún más amplia y más sofisticada en la vida humana. Porque una de las funciones de la emoción es formar conexión emocional con nuestra sociedad y la conexión emocional con nosotros mismos. Es la capacidad de hacer lazos a largo plazo con otro que precede y es un requisito necesario para el desarrollo de un orden social cimentado por la unión a largo plazo y el compromiso familiar para la crianza de un animal humano.
Una criatura tan poco desarrollada al nacer no podría sobrevivir sin años de ser alimentado y no se desarrollaría sin compromiso y comunidad. Un grupo social altamente estable y conectado emocionalmente, es una contribución al desarrollo del cerebro humano que excluye todas las demás. La integridad de nuestra imagen corporal y la seguridad para explorar y recrear, depende de la capacidad de la sociedad para proporcionar las condiciones para desarrollar la conciencia emocional.
¿Podría ser que la emoción es la guía más fiable para la acción inteligente, no sólo en situaciones de crisis, sino también en el cumplimiento de las necesidades diarias básicas? ¿Y no es la emoción el factor más limitante en la evolución de la conciencia? Física, intelectual y técnicamente, los humanos han evolucionado a un ritmo tremendo en los últimos miles de años. Emocionalmente, sin embargo, seguimos siendo inmaduros hasta el punto de ser peligrosos para nosotros mismos y para nuestro planeta. Nuestra sociedad ha desarrollado una visión de lo que significa ser un humano que funciona bien, que es tan unidimensional, ocupado en hacer más y hacerlo mejor y conseguir lo que quiere que hemos llegado a ser como la serpiente que se muerde la cola.
Los académicos fomentan el concepto de la mente y la emoción como mero procesamiento de la información. Pero el procesamiento de información sólo tiene sentido para aquellos que desean que el cerebro sea como silicona. Como pensamiento y sentimiento cada vez están más separados de nuestro terreno biológico, hay menos significado a las operaciones de nuestros procesos mentales y físicos, y menos sabiduría.

Frank Wildman, haciendo una Integración Funcional.
Entonces, ¿qué tiene que ver la Integración Funcional ® con todo esto? Conectado a diversas dolencias de la espalda, traumas en la cabeza y rigidez, también hay una persona que está luchando en cómo convertirse en una persona más completa, un ser humano más maduro, una lucha no muy diferente a la lucha de un niño por desarrollarse y enfrentarse con algunos de los mismos problemas de la infancia e infantiles.
Es la posibilidad de recrear las conexiones entre nuestro cuerpo y nuestro mundo, es el mayor regalo que Moshe Feldenkrais ha ofrecido. Que alguien con dolor de espalda pueda mejorar o que su capacidad para moverse más fácilmente haya aumentado, es un subproducto del proceso único de aprendizaje. Si a través del movimiento, el contacto y la relación formamos nuestra auto-imagen, es por los mismos medios que continuamente lo reformamos.
No somos sólo un proceso psicofisiológico unificado, también somos un proceso psicosocial. He encontrado el rol familiar cada vez más predecible, de los patrones somáticos en mis clientes actuales. ¿Podemos excluir los patrones viscerales y musculares del cuerpo de alguien de la dinámica de su sistema familiar? ¿Cómo podemos incluir esto? ¿Cuál es la relación entre la conciencia y la trascendencia?
¿Puede crearse una nueva parábola de las serpientes para el futuro de nuestro trabajo y nuestro mundo?
Texto: Frank Wildman, “El Aprendizaje Emocional: Desarrollar la inteligencia emocional”. Entrenador del Método Feldenkrais, formado por Moshe Feldenkrais y creador de Change Your Age.
Traducción: Esther Niego Palatchi
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Me encantó el artículo, felicidades!
Gracias, Miriam! Saludos.